Cuando las manos adquieran práctica, tendrán su propia señal de curación y te indicarán el momento en que estén preparadas. Esa señal podría ser una sensación de cosquilleo o de calor, cada persona puede experimentar una sensación distinta. Durante la curación puedes sentirlas calientes o frías, pesadas o livianas, firmes o temblorosas. A través de una serie de ejercicios entrenarás tus manos y, sobre todo, la propia percepción de las mismas cuando un flujo de energías diversas pasa a través de ellas.
El cuerpo está compuesto por millones de células. Si estas células fuesen desintegradas en moléculas y luego en átomos, se terminaría dando con partículas subatómicas, una energía que vibra y de la que todo, absolutamente todo y todos estamos compuestos.
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Por eso, en primer término se trata de aprender a captar la energía, para luego ser capaces de operar como canales y trasmitir la vibración sanadora del Universo, que pasa a través del cuerpo, más específicamente de las manos, tanto para la autocuración como para aliviar malestares de los demás.
Por eso, si vamos a tratar de desarrollar el poder curativo de nuestras manos, una de la primeras medidas a tomar será la de prestarle atención a las mismas. Mirarlas, observarlas, aceptarlas como son, tratarlas amorosamente y con cuidad, pues son la clave de la preparación que estamos a punto de encarar.
Este ejercicio te ayudará a tomar contacto con tus manos y con lo poderosas que pueden llegar a ser en tu vida
-Siéntate cómodamente con los pies bien apoyados en el suelo. Apoya las manos sobre los muslos, con las palmas hacia arriba. Relájate..
-Piensa en tus palmas e imagina que son atravesadas por su rayo de luz en el centro. Luego de varios minutos, toma nota de lo que sientes.
-Visualiza que respiras esta energía hacia tus manos.
Luego Haz tres respiraciones profundas.
-mantén las manos adelante (como si estuviera abrazando a alguien o bailando con alguien imaginario) a la altura de la cintura, con las palmas hacia adentro y una separación entre las manos igual al ancho de su propio cuerpo. Deja que las manos se relajen y que los dedos se separen naturalmente.
-Ve juntándolos, lentamente, y presta atención a lo que siente.
-Frótate las manos con fuerza y energía y vuelva a separarlas.
-Júntalas de nuevo
-Frótate las manos y vuelve a separarlas, en esta oportunidad abre los brazos el doble, separando las manos más que la vez anterior. Luego, júntalas de a poco.
-Por último, frótate las manos y mantenlas lo más separadas posible. Júntalas lentamente.